Ante el ataque, la educación es un derecho y la lucha es colectiva

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Durante el mes de noviembre, la comunidad de la Facultad de Ciencias Sociales organizó una serie acciones colectivas para analizar y reflexionar estrategias, ante el  ajuste presupuestario y las consecuencias de la crisis universitaria. A estas acciones las implementó mediante una serie de cátedras libres y abiertas a todo público bajo la consigna: Cátedra Libre «Las Ciencias Sociales y la Defensa de la Universidad Pública». 

El pasado jueves 15 de noviembre se realizó precisamente el 6° y último encuentro de cierre titulado: «¿Por qué el ataque a las universidades? Sentidos, conquistas y devenires de la universidad pública argentina». En esta oportunidad la mesa estuvo coordinada por la decana María Inés Peralta y contó con la presencia de tres importantes analistas políticos/as y académicos/as como lo son José Natanson, María Pía López y Edgardo Mocca.

Con una amplia convocatoria, la mayor autoridad de Sociales hizo un balance sobre la realización de estos encuentros semanales de reflexión, análisis y aprendizajes sobre un tema tan sensible como lo es el ataque a la universidad pública. Al respecto, la decana explicó que si bien el término «ataque» resultaba duro o determinante en su momento, éste «no era un concepto ajeno a lo que realmente estaba pasando, no sólo desde lo presupuestario sino también desde lo mediático, lo político y lo social. Y que con el paso del tiempo, ese concepto fue tomando más fuerza».

En esa misma línea, Peralta destacó que la educación es un derecho y que la forma de hacerle frente a esos ataques, es a través de la lucha colectiva: «hay que resaltar la importancia de todos los actores que participaron de la actividad, cada uno de ellos fue detrás de un mismo objetivo y eso es lo más importante».

Sobre las estrategias de acción colectiva en defensa de la universidad pública, la decana señaló que hubo distintas acciones de lucha que no convencieron a todas las personas que integran la comunidad de Sociales, ya que hubo estudiantes que se sintieron afectados por los paros, nodocentes sin poder ingresar al establecimiento por la toma, entre otras cuestiones. Sin embargo, «lo positivo de todos estos debates y estrategias, no son más que visiones o miradas desde cada lugar en disputa, y son debates claramente políticos», resumió Peralta, agradeciendo a todas las personas que participaron de estos encuentros y de todo el esfuerzo que eso demandó.

Sobre las proyecciones de estos encuentros, la principal autoridad de la Facultad anunció que habrá nuevas instancias futuras y que se utilizarán producciones editoriales y digitales, para que pueda alojar todo lo construido durante estas jornadas de reflexión. «Es importante que podamos construir y poner a disposición de todas las personas, cuáles fueron los argumentos colectivos para llevar adelante estas cátedras, y también para que seamos capaces de registrar la lucha colectiva», simplificó la decana, valorando la gran producción de conocimiento que se generó mediante estas instancias de encuentros.

El ataque no ha terminado

La serie de decisiones políticas y económicas del actual gobierno en relación a la educación, hace que desde la universidad debamos «estar alertas, ya que el ataque no ha terminado», así lo explicó la socióloga María Pía López. El contexto de lucha no era sencillo, desde su lugar como docente, López asumió que no fue fácil volver a las aulas luego de una movilización y tener que enfrentarse a los/as estudiantes. «Por eso es muy importante que existan estos espacios abiertos a todo púbico, para que permitan regular y calmar la intensidad y el clima en las aulas», dijo la investigadora.

En relación a seguir alertas, la docente mencionó que la situación de ataque no sólo se da en la Argentina sino que se trata de un plan en toda la región latinoamericana. «Lo más impactante es que no se basa sólo en planes contra la educación pública, sino que se cala más profundo, afectando las condiciones de vida de las personas y generando, como estrategia, rupturas sociales», explicó López.

En ese sentido, la ensayista puso a la luz algunos modos de ataque: en un primer momento, desde el gobierno nacional se atacó el pensamiento crítico, apuntando directamente a las lógicas con las que se manejan las universidades. Eso es, un fuerte ataque a las formas de producción de conocimientos. «Se impone una idea de verdad que intentan romper las formas de producción entre la universidad y la comunidad, tratando de quebrar ese lazo social», apuntó la docente. El ataque se da en relación a tomar distancia de lo que se produce en la universidad como pensamiento crítico y poner bajo la lupa todo lo que se dice.

En otro momento, las decisiones políticas aún arremeten contra los sectores denominados marxistas, y mal asociados con espacios anarquistas. La forma de disputa está en el discurso de que estos sectores rompen con la paz social. Los bloques que más se apoyan en ese discurso son los espacios fundamentalistas. Los ejemplos más cercanos actualmente, tienen que ver con la cuestión de género y con la necesidad de imponer la no ideología de género en la educación.

El avance de las derechas latinoamericanas hace que esos sectores fundamentalistas tomen mayor potencia. «Estrategias como la criminalización de la protesta social y la construcción del anarquismo como un enemigo interno, no son más que formas para imponer el trabajo de las fuerzas de seguridad, facilitando la violencia institucional», describió la socióloga.

De este modo, y bajo ese marco, las universidades también tienen que lidiar con estas derechas autoritarias y sus lógicas de reposición clasista del orden social. «La universidad debe luchar contra esos modelos conservadores de clase, que atacan directamente a la raíz de la condición humana: a la raza y al género», dijo la docente.

«Hoy se discute a la universidades desde un posicionamiento jerárquico», señaló la ensayista. Es repetitivo el argumento que durante los gobiernos populares las universidades crecieron, aumentando el gasto público y facilitando a que los/as pobres lleguen a estudiar. Lo que se discute, en realidad, son jerarquías. «Los sectores conservadores no discuten si pobres sí o pobres no, directamente los/as pobres no tendrían por qué llegar a la universidad», criticó López. «Es por eso que la universidad es un derecho, hay que pensar la igualdad y no la meritocracia. Debemos romper con el orden de los privilegios», sentenció.

Para la socióloga, la universidad no está sólo para generar producción científica o pensamiento crítico, sino que para torcer el destino de muchas vidas. Al respecto, mencionó a la activista brasilera Marielle Franco que fue asesinada en Brasil, de que fue un claro ejemplo de cómo desde la pobreza se puede acceder a la educación pública. Allí la importancia de la apuesta a la universidad pública, hace que mujeres puedan salir del sometimiento del servicio doméstico, estigmatizadas por su género o raza.

Cerrando su ponencia, la socióloga dejó algunas de las formas con las cuáles se puede hacer frente al ataque a la universidad pública. Lo hizo señalando que dentro de las universidades hay potencialidad crítica y social. A su vez, destacó que existen lógicas o intenciones de lógicas de igualdad en el interior de la universidad. «Podemos tener estrategias cuando se está en un lugar, si tenemos tácticas, es porque no nos estamos encontrando», resumió López. Para alcanzar esas estrategias, dijo la docente, hay que negar la lógica académica o de encierro de los asuntos públicos, no hay que aceptar el conservadurismo académico, no se debe abandonar el lenguaje público. «El error es hablar sólo de nosotros/as», concluyó.

Ahora bien, ante este contexto la socióloga se cuestiona: ¿cómo generar porosidad en las aulas para ser más personas? ¿Cómo hacer para que las instituciones acepten las construcciones de identidad de género? Para eso, respondió, hay que repensar el pensamiento crítico, revisar bibliografías, romper las rutinas institucionales, revisar las jerarquías docentes y sus situaciones de desigualdad de género. «No hay que quedarse sólo en la defensa, sino pensar una idea de igualdad, y para eso está la reforma feminista», finalizó López.

La historicidad del sistema universitario

«Ante el ataque, la universidad aún genera niveles de consenso social», así lo analizó el periodista José Natanson. Para el politólogo, el sistema universitario de la Argentina es histórico, a diferencia de lo que sucede en otros países de Latinoamérica. En el sentido de que ese sistema pasó por varias épocas de crisis y se reconstruyó. Natanson, considera a ese sistema como algo masivo, democrático, igualador y vibrante.

Ante esa descripción, el periodista se pregunta ¿cómo se fue construyendo el sistema universitario? Al respecto, señaló un momento histórico relacionado con la fuerte creación de nuevas universidades, y su creciente aceleramiento en los años 90. «La presencia del Menemismo en el conurbano, fue lo que permitió un mayor acercamiento de la universidad en el tercer cordón demográfico de esas comunidades, potenciando la igualdad», señaló el escritor.

Hoy, dijo Natanson, la respuesta del macrismo es que no quiere esa igualdad. «La igualdad social no es algo que el Estado deba construir», citó el politólogo, sobre lo que se dijo durante la campaña de «Cambiemos». La pregunta es ¿por qué la gente vota ese discurso? Y la respuesta fue que, «a veces, la gente vota desigualdad social».

Y es aquí, señaló el politólogo, donde hay que invertir el razonamiento sobre la idea de que el mecanismo de la perdurabilidad del capitalismo se debe a su función de generar sociedades desiguales. Para el escritor, es totalmente al revés, «es precisamente la dificultad de construir lazos solidarios la que permite que la sociedad elija gobiernos con pensamientos desiguales. Se ataca directamente sobre la crisis de solidaridad entre la sociedad».

En relación a la educación en Brasil, Natanson trajo a colación un ejemplo de cómo en ese país se implementó la propuesta de que personas con dificultades económicas, raciales, de género y otras estigmatizaciones, pudieran acceder a la universidad mediante un ingreso por cuotas sociales (ante tanta cantidad de personas que pueden pagar el ingreso, otra tanta cantidad de personas acceden con apoyo del Estado). Después de varios años de realizarse ese mecanismo, algunas ex autoridades de Brasil concluyeron que pese a que esas personas en situación de desigualdad pudieron ingresar a estudiar y terminar su trayectoria académica, votaron por gobiernos neoliberales. Para esas personas, según relató el periodista, el Estado está en un cuarto o quinto plano de sus vidas. «No hay que enojarse con quiénes entraron a la universidad gracias al Estado y no lo reconocen», sintetizó Natanson sobre el ejemplo del sistema educativo brasilero.

Finalmente, para el periodista es necesario que ante el ataque se puedan identificar los mecanismos o las cuestiones retóricas que permitan salir de la crisis. «Una de las estrategias es romper con el mito de que la universidad sólo debe producir egresados/as o que la universidad es un subsidio a la clase media. Hay que identificar los mecanismos», apuntó el escritor. «La universidad tiene que tomar la fuerza de su pasado dorado o de la reforma del 18, pero no desde lo mitológico, sino desde lo práctico», simplificó Natanson.

Una cátedra alternativa es una forma de lucha

En otra instancia del encuentro, el politólogo Edgardo Mocca señaló agradeciendo su invitación  a que «es muy importante estar discutiendo en una cátedra abierta sobre el ataque a la universidad pública, precisamente en Córdoba, a 100 años de la Reforma».

Para el periodista, la presencia de la universidad pública forma parte de todas las diferencias en procesos políticos que se fueron dando en la Argentina. En ese sentido, el escritor destacó que «hoy vemos que lo tradicional es lo que molesta al gobierno de turno». «Si se plantea una especie de recopilación histórica, podría decirse que el proceso de formación pluricultural que posee la universidad genera ruidos en el poder gubernamental», explicó Mocca. Para él, lo mismo sucede con la presencia del sindicalismo, la creación de la ley 1420, el desarrollo de los movimientos en defensa de los derechos humanos en dictadura, el movimiento feminista, entre otros.

Sin embargo, el politólogo pintó un costado más optimista diciendo que la idea de universidad pública genera un importante movimiento estudiantil y que ahí hay que apostar. Como contracara a eso, la universidad pública se enfrenta entonces a una coherencia histórica del desprestigio, devenido en una certeza oligarca. «Lo que le conviene a la oligarquía, es bueno para el país», resumió Mocca sobre el discurso conservador.

Según el escritor, lo que está faltando es la sucesión de experiencias de entrecruzamiento entre ricos/as y pobres. «Hoy ya no se cruzan esas polaridades en espacios deportivos, en bailes, etcétera. Se perdió la base estructural de encontrarse en lo cotidiano», argumentó el periodista sobre las desigualdades sociales y la idea de grieta. “Yo no tengo que lograr que me alcancen los de abajo», citó Mocca sobre el discurso oligarca. De acuerdo a su análisis, se ha perdido la experiencia de organización y convivencia, y ese fue uno de los mayores daños de la dictadura.

Concluyendo su exposición, Mocca se cuestionó sobre cómo enseñar las ciencias políticas en las universidades. Para eso, dijo que «hay que pensar las raíces de los movimientos sociales de Argentina, dejar de focalizarse tanto en Europa como en Estados Unidos».

A su vez, reflexionó que este tipo de cátedras debería existir en lo cotidiano dentro del discurso universitario, porque defender la universidad es una pieza esencial de la soberanía y un desarrollo independiente.